De madridocentrismo e independencia

Simona Levi
24.09.2015 - 11:22
Actualització: 24.09.2015 - 15:08
VilaWeb

Me he curado de extremos. No reflejan la complejidad de la realidad. La realidad es mucho más radical que la pureza de los ideales porque es mestiza, siempre.

Aun así, la política electoral, así como, por ejemplo, el deporte, son todavía espacios de extremos, de bloques enfrentados.

Los partidos notoriamente no solucionan problemas; trabajan básicamente para agudizarlos y crear claras contraposiciones, donde los puntos de encuentro, siempre presentes en la realidad, desaparecen. Nuestros afectos y nuestra fraternidad son por naturaleza plurales y diversos mientras que el voto nos obliga a escorarnos sin remedio. El voto es siempre excluyente.

No es cierto que no hay conflicto si los dos no quieren. No es cierto que siempre hay responsabilidad por ambas partes. No es cierto si la dignidad, la justicia y el deseo de poder realizarse felizmente son aspiraciones humanas que debemos respetar. Los atropellos existen, así como existen quienes tienen más fuerzas que otros. Hay quien agravia y quien es agraviado. Hay quien ningunea y quien lucha por tener su espacio de existencia y de libertad.

Yo me siento ciudadana del mundo. No deseo fronteras tanto y como no deseo polarizaciones. Pero a veces, muchas veces, hay que posicionarse.

Vivo en Catalunya, en Barcelona, desde hace 25 años, una ciudad hermosa, que he tenido el privilegio de poder elegir. Una tierra que me ha acogido, respetado y me ha dado espacio a pesar de que todavía, después de 25 años, no hable su idioma correctamente. Yo no habríaubiera sido tan tolerante.

Es una tierra cosmopolita, donde se han cruzado caminos y ha habido viajerxs desde siempre; es por esto hábil en actualizarse, en renovarse sin por esto perder su idiosincrasia. Es una tierra que escucha, aprende e inventa. Es y ha sido por eso vanguardia en muchas cosas.

Contrariamente a lo que dice la propaganda del miedo, no tengo ninguna duda de que seguirá siéndolo, que no se encerrará en sí misma siendo independiente, sino más bien lo contrario: ahora está obligada a cerrar filas para hacerse respetar, escuchar. Libre de esto podrá seguir siendo políiglota, cosmopolita y parte de un mundo en red y complejo que va mucho más allá de Madrid.

Porque el problema no es España. El problema es Madrid. O al menos esta es la razón por la que yo – y muchos como yo – aportaremos nuestro voto a candidaturas independentistas – y esto aun habiendo personas que respetamos profundamente en las otras.

Madrid se ha encerrado sobre sí misma. Madrid sufre del síndrome de la M30.

Yo he sido italiana, he elegido ser catalana y barcelonesa y por encima de todo soy del barrio de internet.

No puedo concebir en la era de Iinternet que tenga que haber un centro único en el que todo se decide sin interpelar a nadie. Y ni siquiera estoy en desacuerdo con que haya un centro donde se decidan cosas. Lo que me parece profundamente anacrónico es que este centro, como un muro, como una apisonadora, ciega, sorda, no coteje sus actos con el mundo a su alrededor. Un mundo en el que es posible que haya ideas mejores, opiniones interesantes, inventos a considerar e incluso chistes nunca escuchados que nos ayudarán a reírnos de nosotros mismos.

En el barrio de Internet no existen interlocutores únicos ni un único lugar que sea el centro de todo.

Madrid se ha olvidado del resto de España. Madrid habla de Madrid, se encuentra con Madrid y opina con y sobre Madrid, Madrid da la razón a Madrid, se pelea con Madrid y al final le da el poder de decisión a Madrid. Madrid piensa en Madrid como si España fuese Madrid. El problema, además, se ha ido agudizando con la crisis y con el hecho que la mayoría de los medios de masas ya no tienen sedes en otros sitios que no sean Madrid, por lo que si algo no pasa en Madrid, no ha pasado nunca.

Difícilmente se puede desear vivir en un país en el que el único sitio que tiene derecho a una identidad y a una independencia es…Madrid.

Y desgraciadamente en esta deriva han sido arrastrados también una infinidad de compañerxs de lucha y esto ha arrastrado a su vez a todos los partidos, por muy nuevos que sean.

Es frecuente que los debates políticos se hagan casi solo con personas de Madrid  – incluso cuando no son en Madrid, como estamos viendo de forma acentuada en estos días de campaña – cuando, sin quitar ningún mérito a los muchos campos en los que lxs compañerxs de Madrid sobresalen, hay cosas en las que se sobresale también en otros sitios.

La PAH surgió en Barcelona, así como 15Mparato, Iaioflautas, OCM, Partido X, Guanyem, BEComú etc….Otras cosas muy destacables en Terrassa, terreno de lucha decenal; y así por todas partes del territorio español, grupos ciudadanos que han marcado la diferencia, que están construyendo la Historia y de los que nunca se hablará en el telediario o enl los foros que marcan la agenda en la capital, sencillamente, por que no suceden en Madrid.

Un ejemplo gráfico: por lo que yo he podido ver con mis ojos, en la creación de Democracia Real Ya que llevó al 15M, las personas de Madrid no eran ni mucho menos las más numerosas nio las más activas. Auún así este pasado mes de mayo circulaba un documento que decía: “Actividades aniversario 15M: Madrid y provincias (en relación al resto del Estado)”. Probablemente los últimos en expresarse así anteriormente eran los prefectos del Imperio Romano.

Lo que estamos pidiendo tanta gente en Catalunya – pero no solo en Catalunya – es reconocimiento de su existencia como tal, de su alteridad, de sus necesidades, de sus deseos vitales e históricos. Reconocimiento para cooperar en la diversidad.

Estando como están las cosas en cuanto a diálogo, escucha y reconocimiento entre iguales, una Catalunya con identidad propia es mucho más valiosa para hacer cualquier cosa con ella que una Catalunya que no existe.

Y así con cualquier pueblo de España.

Pedimos a lxs compañerxs de muchas luchas que nos ayuden a existir para poder trabajar juntos, de forma distribuida y descentralizada en la r-evolución que muchxs en todo el territorio del Estado estamos llevando a cabo.

Frente a un centro cada vez más replegado sobre si mismo, abogamos por una ciudadanía abierta al mundo y a su tiempo y capaz de cooperar entre sí y de organizarse según sus capacidades y anhelos.

El voto no es ni mucho menos lo más importante ni lo esencial de todo cuanto tenemos que hacer para cambiar un mundo injusto y antidemocrático; es solo una de la muchas herramientas que por fin hemos empezado a manejar a nuestro favor.

Para un mundo de quien lo habita, no de quien lo gobierna.

Seguimos.

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