07.09.2012 - 06:00
[Versión española de la nota original dirigida en inglés a la opinión pública internacional por el Col·lectiu Emma]
El 10 de julio de 2010 cientos de miles de catalanes –un pueblo poco dado a levantar la voz– salieron a la calle en una manifestación política realmente masiva. La causa inmediata era que España acababa de formalizar su rechazo al Estatuto aprobado por el Parlamento y ratificado en un referéndum cuatro años antes. En aquel momento, la revisión del marco legal que regulaba el autogobierno se había visto desde Cataluña como una propuesta leal de acuerdo político dentro de la estructura del Estado. Sin embargo, para 2010 muchos ya habían dado por imposible ese acuerdo, y aunque oficialmente no se tratase de una manifestación por la independencia, este fue precisamente el grito que más se escuchó aquel día en las calles de Barcelona.
Dos años más tarde, cuando los catalanes se preparan para celebrar su Día Nacional el 11 de septiembre, las cosas no han mejorado en absoluto, y no solo por el estado deplorable de la economía. Es cierto que las medidas que ha tomado el gobierno español para gestionar la crisis financiera han llevado al bando de la independencia a muchos que aun tenían dudas, pero el descontento catalán es más profundo. A la asfixia que comportan las actuaciones españolas en los ámbitos económico y político se le añade un recrudecimiento de los ataques contra todos los componentes de la identidad nacional catalana. Esto hace imprescindible –y urgente– que los catalanes asuman el control de su propio futuro.
Este año la manifestación del 11 de septiembre tendrá un lema bien claro: “Cataluña, nuevo estado de Europa”. Los participantes cruzarán la ciudad hasta llegar al edificio del Parlamento, donde una delegación será recibida por su Presidenta. Aunque se trata esencialmente de una iniciativa de la sociedad civil, distintos grupos políticos apoyan la manifestación. Algunos líderes y representantes políticos acudirán a ella con sus partidos, entre ellos CDC, un partido moderado de centroderecha que es el socio mayoritario de la coalición que gobierna el país. Muchos otros irán como ciudadanos privados a pesar de las reservas que han expresado sus organizaciones. El Presidente Artur Mas ha anunciado que no asistirá, pero el mero hecho de haber considerado esa posibilidad –o alguna otra forma de manifestar su apoyo– es una muestra del camino que ha recorrido la idea de la independencia en pocos años. Efectivamente, las encuestas indican que si hoy se celebrara un referéndum sobre la separación de España, esta sería la opción preferida por más de la mitad de los votantes, mientras que solo una quinta parte estaría en contra.
Cada vez son más los catalanes que toman conciencia del daño irreversible que España está haciendo a su economía y a su sociedad, y muchos ya no creen que se pueda llegar a un pacto con el Estado. De ahí que en esta ocasión no saldrán a la calle para reclamar un trato justo al gobierno central ni para protestar por su última negativa siquiera a hablar de la cuestión; en realidad, el gobierno español no tiene ningún papel en este acto. El 11 de septiembre de 2012 los catalanes exigirán directamente a sus líderes que inicien el camino hacia la plena soberanía.
Autor: Col·lectiu Emma